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Éxodo de madrileños y vascos: la movilidad entre CCAA que inquieta a los epidemiólogos
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"Preocupa más Levante que el Norte"

Éxodo de madrileños y vascos: la movilidad entre CCAA que inquieta a los epidemiólogos

La movilidad se ha disparado desde el final del estado de alarma. El Confidencial ha accedido a los datos que maneja el Ministerio de Transportes para medir cómo afecta esto a la epidemia

Foto: Playa de San Lorenzo, en Gijón, llena de bañistas esta semana. (EFE)
Playa de San Lorenzo, en Gijón, llena de bañistas esta semana. (EFE)

"Lo que más nos preocupa ahora es la elevada movilidad entre CCAA". La frase la firma el epidemiólogo jefe del Principado de Asturias, en referencia al brote de A Mariña (Lugo), pero la podría firmar cualquiera de sus colegas en España. El fin del estado de alarma el pasado 21 de junio supuso el adiós definitivo a cualquier barrera de movimiento entre CCAA. Y, en pleno verano y pese a los más de 70 rebrotes que se han producido en España, está ocurriendo lo que muchos epidemiólogos sabían (y temían) que ocurriría: una intensa movilidad entre regiones que aumenta aún más el riesgo de rebrotes. Los madrileños, vascos y sevillanos son, con diferencia, los que más están desplazándose a otras provincias. Pero hay muchísimos más movimientos que van a poner a prueba el precario sistema de rastreo de contactos de las CCAA.

El ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana lleva analizando desde el inicio del estado de alarma los movimientos de población en nuestro país a través de nuestros teléfonos móviles. Y lo sigue haciendo ahora para comprobar qué cambios se producen en plena temporada de verano. Para ello usa los datos anonimizados y agregados cedidos por los operadores. La tecnológica española Nommon, especializada en el análisis de datos masivos de transporte y movilidad, trabaja con el ministerio en el análisis de más de 10 millones de móviles de clientes de Orange. El Confidencial ha tenido acceso a estos datos de desplazamientos y pernoctaciones durante las dos semanas posteriores al fin del estado de alarma, justo cuando se han fraguado los rebrotes que ahora surgen en media España.

Foto: Ismael Huerta, jefe de epidemiología del Principado de Asturias.

El mapa de los movimientos ha tenido un punto de inflexión claro, el domingo 21 de junio, día del fin del estado de alarma. Ese fin de semana, con buena parte del país ya en fase 3 de la desescalada, solo el 4,5% de la población pernoctó fuera de su comunidad autónoma. Hubo, sin embargo, provincias que se situaron muy por encima de la media española, especialmente Sevilla, con un 10,6% de su población (200.600 personas) desplazándose fuera, principalmente a destinos costeros de Cádiz (Sanlúcar de Barrameda, Conil de la Frontera...).

placeholder Una mujer llega al Hotel Alcúdia Garden Aparthotel en la localidad Mallorquina de Alcúdia. (EFE)
Una mujer llega al Hotel Alcúdia Garden Aparthotel en la localidad Mallorquina de Alcúdia. (EFE)

Lo mismo ocurrió con el País Vasco: la población de Álava y Bizkaia estuvo entre la más 'viajera' de toda España ese último fin de semana de estado de alarma, con un 8,1% y un 7,1% de gente, respectivamente, pernoctando fuera de sus domicilios habituales. ¿Dónde? Principalmente en dos puntos de Cantabria: Castro Urdiales y Noja. Es decir, turismo de proximidad. En el polo puesto, Madrid siguió prácticamente 'confinado' (solo el 4,7% de la población durmió fuera de la provincia la noche del sábado 20). Y, curiosamente, otras comunidades con una baja incidencia de la epidemia, como Asturias o Cantabria, se quedaron entre las más conservadoras en desplazamientos: solo el 2,2% de la población de Cantabria y el 2,1% de Asturias se desplazaron fuera el fin de semana del 20-21 de junio.

La situación cambió drásticamente al siguiente fin de semana del 27-28 de junio, el primero en el que todo el país vivió ya fuera del estado de alarma y, más aún, justo el anterior, el 4-5 de julio. Millones de personas abandonaron su CCAA para disfrutar de la libertad, pero unos lo hicieron más que otros.

Un 16% de los madrileños (cerca de 1,1 millones de personas) pernoctaron fuera de su comunidad el pasado fin de semana del 4-5 de julio. Y lo que hasta entonces se había quedado en un turismo de proximidad en otras regiones, en el caso de Madrid se ha ido expandiendo en alcance. La provincia de Alicante acaparó la gran mayoría de sus visitantes, con más de 60.000 personas procedentes de la Comunidad de Madrid el pasado fin de semana y Torrevieja, Alicante o Dénia como principales destinos. Le siguió una ubicación más cercana, Toledo, con más de 51.000 personas pernoctando en esta provincia. Valencia no se quedó atrás: más de 27.000 visitantes procedentes de Madrid. Pero tampoco otros sitios más lejanos como Málaga (13.000 visitantes), Murcia (11.700), Gijón (4.000 visitantes) y Cádiz (4.700).

"He de decir que me han sorprendido los datos no tanto por los destinos, sino por la magnitud de la movilidad. Que el 16% de los madrileños haya pernoctado fuera el fin de semana pasado es muchísimo. Y el peligro no está en que sean de Madrid o de Cuenca, eso da igual. El peligro está en el volumen de gente que llega respecto a la población total de la ciudad de destino", explica a Teknautas Fernando Rodríguez Artalejo, epidemiólogo y profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). "Ahora mismo, viendo los datos, me preocuparían más la zona de Levante, Málaga o Cádiz que el Norte de España", señala. "Mi recomendación para este verano sería ir a los sitios donde creamos que vaya a haber menos gente".

Dicho de otra forma, durante el pasado fin de semana, Gijón recibió apenas 15 visitantes madrileños por cada 1.000 habitantes mientras que Gandía recibió exactamente 10 veces más pernoctaciones en proporción a su población. Y eso sin contar los turistas que llegaron de otras CCAA. "Esto ya es más preocupante. Estas zonas más turísticas tendrían que estar ahora reforzando sus sistemas sanitarios por lo que pueda ocurrir. Y hay dos medidas clave: exigir responsabilidad a ciudadanos y visitantes, llevando mascarillas todo el rato y manteniendo distancia social; y crear cordones sanitarios como en Lleida o A Mariña a la más mínima sospecha de que un brote se puede descontrolar".

placeholder Vista general de una de las playas de Cullera (Valencia) esta semana. (EFE)
Vista general de una de las playas de Cullera (Valencia) esta semana. (EFE)

El aumento de la movilidad conlleva otra preocupación. "No es que aumente el riesgo de infección. La tasa de infección ahora mismo no es tan diferente entre Madrid y Cantabria o País Vasco, por ejemplo. Lo que genera esta movilidad es una mayor dificultad para controlar la epidemia y realizar rastreo de contactos", explica Artalejo.

Carlos C. Chaccour, epidemiólogo en el Institute for Global Health de Barcelona, avisa de la fase en la que hemos entrado. "Estamos en una fase reactiva. Cuando detectas 10 contagios, por definición, ha habido al menos dos semanas de transmisión libre del virus. El tiempo que hay entre la incubación y los primeros síntomas oscila entre 2 y 14 días. Por eso estos datos de movilidad entre provincias son tan importantes: pueden servir par meter proactividad, para adelantarte varios días. Si conoces la densidad de población, su receptividad a ser infectada y el flujo de visitantes que recibes, igual puedes tomar medidas antes de que empeore la transmisión", explica.

Que ahora haya movilidad no significa que el virus haya desaparecido. Significa que ahora tenemos una cama para ti en el hospital

Con más de 70 brotes en España, algunos de gravedad como el de Lleida o Lugo, y la movilidad veraniega subiendo cada fin de semana, ¿estamos cerca de perder el control de nuevo de la epidemia o es simplemente la nueva normalidad? "Si hay muchos brotes es inevitable llegar tarde a alguno, y esto tiene un límite. Es imprevisible, en verano estamos más al aire libre y esto debería ayudar, pero tendría que ocurrir un brote grande como para tener que volver a confinar una CCAA entera en verano. De ocurrir, debería llegar en otoño", dice Artalejo.

Ante la incertidumbre, los epidemiólogos recuerdan que la única defensa durante las vacaciones este verano es la precaución: mascarilla, distancia e higiene. "Que ahora nos podamos mover entre provincias sin problema no significa que el virus haya desaparecido", recuerda Chaccour. "Significa que, por ahora, tienen una cama para ti en el hospital".

"Lo que más nos preocupa ahora es la elevada movilidad entre CCAA". La frase la firma el epidemiólogo jefe del Principado de Asturias, en referencia al brote de A Mariña (Lugo), pero la podría firmar cualquiera de sus colegas en España. El fin del estado de alarma el pasado 21 de junio supuso el adiós definitivo a cualquier barrera de movimiento entre CCAA. Y, en pleno verano y pese a los más de 70 rebrotes que se han producido en España, está ocurriendo lo que muchos epidemiólogos sabían (y temían) que ocurriría: una intensa movilidad entre regiones que aumenta aún más el riesgo de rebrotes. Los madrileños, vascos y sevillanos son, con diferencia, los que más están desplazándose a otras provincias. Pero hay muchísimos más movimientos que van a poner a prueba el precario sistema de rastreo de contactos de las CCAA.

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